
A menudo, y no sólo en el uso popular, el sadomasoquismo
se ve confundido con el amor. Los fenómenos
masoquistas, en particular, son considerados
como expresiones de amor. Una actitud de completa
autonegación en favor de otra persona y la entrega
de los propios derechos y pretensiones han sido alabados
como ejemplos de "gran amor". Parecería que
no existe mejor prueba de "amor" que el sacrificio
y la disposición a perderse por el bien de la otra persona.
De hecho, en tales casos, el amor es esencialmente
un anhelo masoquista y se funda en la necesidad
de simbiosis de la persona en cuestión. Si entendemos
por amor la afirmación apasionada y la conexión
activa con la esencia de una determinada persona,
la unión basada sobre la independencia y la integridad
de los dos amantes, el masoquismo y el
amor son dos cosas opuestas. El amor se funda en
la igualdad y la libertad. Si se basara en la subordinación
y la pérdida de la integridad de una de las
partes, no sería más que dependencia masoquista,
cualquiera fuera la forma de racionalización adoptada.
También el sadismo aparece con frecuencia
bajo la apariencia de amor. Mandar sobre otra persona,
cuando se pueda afirmar el derecho de hacerlo
por su bien, aparece muchas veces bajo el aspecto de
amor, pero el factor esencial es el goce nacido del
ejercicio del dominio.
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