QUIEN QUIERO SER....

Todos podemos elegir quiénes queremos ser, aún bajo las peores circunstancias.


La gente siempre sera mas importante que las cosas. Esto, que parece una tremenda obviedad, no lo es. A veces, en la alienación de la lucha por la sobrevivencia, olvidamos que el sentido de todo son los vínculos afectivos. Una madre está tan preocupada y angustiada criando a sus hijos, que olvida abrazarlos, mirarlos a los ojos varias veces al día, sorprenderse con sus progresos y, tal vez, se limita a dar órdenes y a buscar la obediencia, por lo que se pierde el centro de la experiencia de tener hijos. Un hombre exitoso económicamente, con gran capacidad de trabajo, pasa 80 por ciento de su vida en viajes profesionales o en juntas importantísimas, y cuando es cuestionado, contestará frecuentemente: "lo hago por mi familia", pero la realidad es que con quien menos contacto tiene en su vida cotidiana es, precisamente, con su familia.
Vivir con integridad y lo podemos sintetizar hermosamente invitándonos a lo siguiente: Decir la verdad, pedir perdón cuando sea necesario, vivir con la convicción de que toda la gente, si se le da la oportunidad, puede mostrar un lado bondadoso de su personalidad y ser capaces de expresar gratitud a la gente que ha estado a nuestro lado, ayudándonos, apoyándonos y escuchándonos en los diferentes momentos de nuestra existencia.


Finalmente, la regla de oro: No nos quejemos. Simplemente, trabajemos más. La queja es un recurso tremendamente popular. Después de un rato de contarle a un amigo sobre nuestro día o nuestra semana, tal vez, si estamos atentos, nos daríamos cuenta de que mucha de nuestra conversación fueron sólo quejas.


Hay que trabajar más duro, a ser más perseverantes y a no claudicar en lugar de fugar nuestra energía en la queja que no lleva a ninguna parte y que, a veces, las más de ellas, sólo nos debilita y coloca en el lugar de pobres víctimas de las circunstancias.