CUANDO ESCRIBO.....

ALGUNA VEZ TE HAS SENTIDO TAN BIEN..... QUE INCLUSO PARECE QUE TODO LO QUE HACES Y LAS COSAS TE ESTAN SALIENDO DE MARAVILLA, EN UNA SITUACION ASI , TODAS LAS ACTIVIDADES QUE EMPRENDEMOS NOS PARECEN TAN FACILES....SE SIENTE UNO INCREIBLEMENTE CREATIVO Y COMO QUE LA SUERTE ES NUESTRA ALIADA....ADEMAS NOS EMBARGA UNA GRAN FELICIDAD, BUENO, ES AHI, SI PRECISAMENTE EN ESOS "MOMENTOS MAGICOS", QUE YO APROVECHO PARA ELABORAR CADA UNA DE LAS ENTRADAS DE MI BLOG O BITACORA Y LAS QUIERO COMPARTIR CONTIGO....CUANDO NO ME SIENTO SINCERAMENTE FELIZ SIMPLEMENTE NO ESCRIBO........

miércoles, 13 de octubre de 2010

PSEUDOSENTIMIENTO Y SENTIMIENTO....


Con los sentimientos ocurre lo mismo: debe distinguirse
entre lo genuino, que se origina en nosotros
mismos, y el seudosentimiento, que en realidad no es
nuestro, a pesar de que lo creemos tal. Elijamos un
ejemplo extraído de la vida cotidiana y que representa
típicamente cuál es el carácter de nuestros sentimientos
en el contacto con los demás. Observemos a un
hombre que asiste a una fiesta. Está alegre, se ríe, conversa
amigablemente y parece contento y feliz. Al
saludar sonríe amistosamente al tiempo que dice haberse
divertido muchísimo. La puerta se cierra detrás
de él. .. y ha llegado el momento de observarlo con
suma atención. En su rostro se advierte un cambio
repentino. La sonrisa ha desaparecido; por supuesto
esto debió preverse, puesto que ahora está solo y no
tiene nada ni hay nadie que pueda evocar la sonrisa.
Pero el cambio a que me refiero representa algo más
que la simple desaparición de la sonrisa. En su cara
aparece una expresión de profunda tristeza, casi de
desesperación. Esto probablemente tan sólo durante
unos segundos; luego su rostro asume la expresión
habitual, como la de una máscara. El hombre sube a
su coche, piensa en la velada que acaba de dejar, se
pregunta si ha hecho o no buena impresión y se contesta
que sí. ¿Pero estuvo él alegre y feliz durante la
fiesta? ¿Y la fugaz expresión de tristeza y desesperación
que apareció en su rostro? ¿Fue tan sólo una
reacción momentánea sin significado? Sería casi imposible
contestar a estas preguntas sin conocer algo
más acerca del hombre. Hay un accidente, sin embargo,
que puede darnos un indicio para la comprensión
del significado de su alegría.
Esa misma noche sueña que ha vuelto bajo las armas
y que se halla en la guerra. Ha recibido la orden
de alcanzar el cuartel general enemigo, cruzando las
líneas del frente. Viste un uniforme de oficial parecido
al alemán, e improvisamente se encuentra en medio de un grupo de oficiales alemanes. Se sorprende de encontrar tan confortable el cuartel general
enemigo y de ver que todos se le muestran amistosos,
pero a la vez se siente invadido por el creciente terror
de ser descubierto como espía. Uno de los oficiales
más jóvenes, hacia el cual experimenta mayor simpatía,
se le acerca y le dice: "Yo sé quién es usted.
Sólo hay un modo de salvarse. Cuénteles chistes, hágalos
reír a fin de que se distraigan y dejen de prestarle
atención". Nuestro hombre queda muy agradecido
por el consejo y empieza a contar chistes y a reírse.
Luego su actitud alegre aumenta de intensidad de tal
manera que los otros oficiales sospechan de él, y cuanto
mayor es su sospecha, tanto más innaturales y forzados
parecen sus chistes y su alegría. Por fin, experimenta
tal sentimiento de terror que ya no puede quedarse:
se levanta de un salto de su silla y echa a correr;
todos los oficiales lo persiguen. Entonces, la escena
cambia; está sentado en un tranvía que se detiene justo
frente a su casa. Viste un traje civil ordinario,
experimenta un sentimiento de alivio y piensa que la
guerra ya ha terminado.
Supóngase ahora que estemos en condiciones de preguntarle
al día siguiente en qué se le ocurre pensar
en conexión con cada elemento integrante del sueño.
Anotamos aquí tan sólo unas pocas asociaciones, especialmente
significativas para la comprensión del tópico
principal que nos interesa. El uniforme alemán le
recuerda que había un invitado, en la fiesta de la
noche anterior, que hablaba con un fuerte acento alemán.
Recuerda haberse sentido fastidiado con tal persona
por no haber ésta prestado mucha atención a
pesar de que él (nuestro soñador) se había esforzado
por atraérsela y causarle una buena impresión. Al
vagar libremente por estos pensamientos recuerda que,
en un determinado momento de la fiesta, tuvo la
sensación de que esa persona con el fuerte acento aleman se había mofado de él y sonreído de un modo impertinente con respecto a algunas frases suyas. Al
pensar acerca de la habitación confortable del cuartel
general, se le ocurre que ésta se parecía a la que
tuvo por escenario la fiesta, la noche pasada, pero
que sus ventanas eran similares a las de una pieza en
donde una vez fue aplazado en un examen. Sorprendido
por esta asociación, sigue recordando que antes
de ir a la fiesta estaba algo preocupado acerca de la
impresión que habría de causar, puesto que uno de
los invitados era hermano de la joven a que aspiraba,
y también porque el dueño de casa tenía mucha influencia
con uno de sus superiores, de cuya opinión
dependía gran parte de su éxito profesional. Al hablar
de este superior, nos confía que le es profundamente
antipático, y que se siente muy humillado por
tener que mostrarse cordial con él; agrega que sintió
también alguna antipatía hacia el dueño de la casa, si
bien no tuvo ninguna conciencia de ello. Otra asociación
se refiere al hecho de que luego de haber relatado
un incidente cómico acerca de un hombre calvo,
experimentó alguna aprensión por el temor de haber
ofendido al dueño de casa, quien también era casi
calvo. Lo del tranvía le pareció extraño, pues, aparentemente,
no daba lugar a ninguna asociación. Pero al
hablar sobre esto, recuerda el tranvía que, cuando era
niño, lo llevaba a la escuela, y además, se le ocurre
otro detalle, a saber, que habiendo ocupado el lugar
del conductor pensó cuán extraordinariamente parecido
resulta guiar un tranvía a manejar un auto. Es
evidente que el tranvía simboliza su propio coche, en
el que había vuelto a su casa, y que esto le había
hecho recordar el momento en que regresaba al hogar
desde la escuela.
Todo el que esté acostumbrado a entender el significado
de los sueños ya habrá captado con toda claridad
el sentido del que hemos relatado y de las asociaciones que lo acompañan, aun cuando se haya mencionado tan sólo una parte de ellas y nada se sepa acerca
de la estructura de la personalidad y de la situación
pasada y presente de nuestro hombre. El sueño revela
cuáles fueron sus sentimientos reales durante la fiesta
de la noche anterior. Estaba ansioso, temeroso de no
causar buena impresión, tal como se proponía, enojado
con respecto a diversas personas por las cuales se
sentía ridiculizado y a quienes creía serles poco simpático.
El sueño muestra que la alegría era un medio
para ocultar su angustia y su ira, y al mismo tiempo
para aplacar a las personas con las que se hallaba
enojado. Su alegría era una máscara; no surgía de él
mismo, sino que ocultaba sus verdaderos sentimientos:
miedo e ira. Todo esto contribuía también a hacer
insegura su posición toda, de manera que se sentía
como un espía en campo enemigo, en peligro de ser
descubierto en cualquier momento. Ahora se halla la
confirmación y también la explicación de la momentánea
expresión de tristeza y desesperación que pudimos
observar en su rostro en el momento de abandonar
la fiesta. En ese instante su cara expresó lo que él
realmente sentía, aunque se trataba de algo de lo cual
él no se daba cuenta en absoluto. En el sueño este
sentimiento se halla descrito de manera dramática y
a la vez explícita, si bien no se refiere abiertamente a
las personas que eran objeto de tales sentimientos.
El hombre de que hablamos no era neurótico, tampoco
se hallaba bajo el hechizo hipnótico: se trataba
de un individuo más bien normal, poseído por la misma
angustia y necesidad de aprobación que es habitual
en el hombre moderno. No se daba cuenta del hecho
de que su alegría no era realmente suya, dado que
acostumbrado como estaba a sentir lo que todo el
mundo debe sentir en una situación determinada, el
que se diera cuenta de algo extraño hubiese constituido
la excepción más bien que la regla.
Lo que es cierto para el pensamiento y la emoción
vale también para la voluntad. La mayoría de la gente
está convencida de que, mientras no se la obligue a
algo mediante la fuerza externa, sus decisiones le pertenecen,
y que si quiere algo, realmente es ella quien
lo quiere. Pero se trata tan sólo de una de las grandes
ilusiones que tenemos acerca de nosotros. Gran número
de nuestras decisiones no son realmente nuestras,
sino que nos han sido sugeridas desde afuera; hemos
logrado persuadirnos a nosotros mismos de que ellas
son obra nuestra, mientras que, en realidad, nos hemos
limitado a ajustamos a la expectativa de los
demás, impulsados por el miedo al aislamiento y por
amenazas aún más directas en contra de nuestra vida,
libertad y conveniencia.
De hecho, al observar el
fenómeno de la decisión humana, es impresionante el
grado en que la gente se equivoca al tomar por decisiones
propias lo que en efecto constituye un simple
sometimiento a las convenciones, al deber o a la presión
social. Casi podría afirmarse que una decisión
original es, comparativamente, un fenómeno raro en
una sociedad cuya existencia se supone basada en la
decisión autónoma individual.
La automatización del individuo en la sociedad moderna ha aumentado el desamparo y la inseguridad del individuo medio. Así, éste se halla dispuesto a
someterse a aquellas nuevas autoridades capaces de
ofrecerle seguridad y aliviarlo de la duda.

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