TEN CUIDADO CON LO QUE LE PIDES A LA VIDA....

Cuidado con lo que pedimos y cómo lo pedimos........


En nuestras culturas materialistas y orientadas hacia los resultados, nos han enseñado a utilizar el poder de nuestra mente para definir y conseguir objetivos de naturaleza puramente materialista y sin referirnos a valores de orden más espiritual.


Ese tipo de metas suele regirse por valores no espirituales y de bajo nivel de consciencia como la codicia, la envidia, la competición, el control, el miedo, la necesidad de tener éxito, la búsqueda de aprobación y demás motivaciones guiadas por las apariencias y que emanan de la idea de escasez y del viejo paradigma.


No hay nada intrínsecamente equivocado ni malo en las metas materialistas pero tenemos que comprender que al estar inspiradas por ese tipo de valores nunca producirán felicidad ni satisfacción para el individuo ni para la colectividad. Es incluso probable que produzcan daños o como mínimo insatisfacción y decepción.


Otra trampa en la que caemos al proponernos metas basadas en valores de bajo nivel
de consciencia es el ansia por el resultado. Interpretamos como fallo el hecho de no
lograr el resultado por creer que quien actúa somos nosotros, o nuestro Ego, no el
Espíritu. La solución a este escollo es formular intenciones materialistas enlazándolas con metas más elevadas y sus valores asociados.



Los tres niveles de intención:


1. Intenciones espirituales


Estas pueden ser por ejemplo: la paz, la felicidad, la unidad, la abundancia, la alegría de dar y de recibir, la libertad y el servicio a los demás. Las cualidades que propician son: la aceptación, el desapego, la entrega, la gratitud, la generosidad, el amor y la alegría. Ese tipo de metas conduce al estado de consciencia espiritual y al deseo de
conexión con la Fuente.


2. Intenciones transformacionales


Algunas metas emanan de un deseo de transformación y de crecimiento personales a
fin de lograr el despertar de la consciencia. Pueden ser por ejemplo: despertar, conocer nuestro propósito y nuestra misión, alcanzar un nivel de percepción y aceptación reales de lo que hay, la disposición a perdonar y la capacidad de soltar, de servir a otros, de conectar con el Espíritu, etc. Las cualidades que estas metas fomentan son la compasión, el perdón, la humildad, la confianza, la abertura y la convicción. Al alcanzar esas metas experimentamos sincronicidad, comprensión, contemplación e iluminación.



3. Intenciones básicas o metas materialistas



Son deseos arraigados en el mundo físico. Por ejemplo: comodidad, opulencia, bienes materiales, libertad de acción, buena salud, respeto, estatus, éxito, poder, control,reconocimiento, etc. Las cualidades a las que llevan son: el éxito material, la reputación, los conocimientos prácticos, la estabilidad y la salud. Los valores en este nivel básico son la supervivencia física, el bienestar, el reconocimiento y el éxito material.


Remitirse siempre a un nivel superior


Cada nivel debería referirse al inmediatamente superior. En otras palabras cuando
damos un motivo por nuestro deseo de manifestar algo material, este debería provenir al menos del nivel de intención transformacional e incluso de espiritual, no sólo del nivel básico. Así invocamos los valores de los niveles superiores para impulsar las metas materialistas o prácticas dotándoles de paso una frecuencia vibratoria superior.

Además como ya hemos mencionado es primordial activar los sentimientos asociados con el hecho de disponer ya de la cosa deseada, pero aun más importante es que dichas
emociones estén conectadas con los niveles superiores de intención, no con los bajos.