Cuando vamos ejercitando el encuentro directo con nosostros mismos movilizamos unas fuerzas que nos capacitan para el encuentro directo con los demás, pudiendo estar enteramente en ambos. Y , a la inversa, quienes practicamos el encuentro directo con el prójimo nos nutrimos de una experiencia que facilita el encuentro con el desconocido y el otro que habita en nuestro interior.
Porque ese amor verdadero incrementa nuestra capacidad de amar y dar algo a los demás, el que ama de verdad a una sola persona ama en ella al mundo entero.
Porque para aprender no se depende de la adquisición de saber o de la agudeza intelectual, sino de la culminacion de la vida, que es lo que significa vivir y sentir pleenamente en ese encuentro con uno mismo, con los demás o con un tema, hay que recorrer los caminos del encuentro directo con uno mismo ya que estos solo se pueden ir transitando solos.
Porque de plano hay que dejar y soltar aquello lo que vamos pensando de nosotros mismos ya que lo que pensamos sobre nosostros mismos se corresponde bien poco con la realidad y de que constamente nos equivocamos sobre nosostros mismos y los otros, jamas hay que perder ese interes neto en saber que se oculta tras nuestro pensamiento cosciente. Muchas veces no somos conscientes de la mayor parte de lo que es real en nosotros, y de que en gran parte de aquello de lo que somos conscientes no es real.
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